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sábado, 23 de julio de 2011

Casa

Prendí la tv. Es tarde, madrugada. Un cantante repite la frase “volveré a casa para quedarme”
Es un documental de la música de los setenta que proyecta canal Encuentro. Mientras escribo escucho y entiendo algunas frases y palabras: ilumina el día, sigue por su camino, este y oeste…
Mi amiga Mio llegó el lunes, la trajo la lluvia o mejor dicho el agua. Vino desde Montevideo después de unos días en Rio de Janeiro. Hermoso viaje, gran itinerario.
Ahora duerme en mi estudio. Se enfermó y necesita descansar.
Terminó el documental y cambié a discovery h&h. Una pareja discute. Pelean porque él quiere construir un castillo y a ella le parece ridículo. Ya tienen una casa y no hace falta otra.
Mi gato hace horas que mira un bichito en la pared pero no lo toca ni quiere hacerle daño, solo espera que algo pase. A veces me siento así, como Otto, esperando que algo pase.
Lo opuesto a los viajeros que son los que buscan, los que van tras la aventura, los que desean que algo importante suceda y no esperan, salen a su encuentro.
Admiro a los viajeros como Mio, va cantando por todo lugar y ha recorrido el mundo. Siempre tiene una historia para cantar y contar, una bella historia y a mí me encanta escucharla.
Siempre he vivido en total libertad pero necesito mi hogar y a los que en el viven: marido y gato por ahora.
Llegar a esta casa fue una experiencia muy fuerte y la ayuda que nos brindaron es algo que no se borra de mi mente. Aquí estamos construyendo, esa es la idea y la alegría y el amor nos acompañan.
Mio se enfermó, está en un estado de off total. Me alegra que tenga la confianza de poder entrar en ese trance. Cuando viajo siempre me siento con la obligación de participar, de hablar, de generar. Se siente como en casa y yo, felíz.
Por la tarde visitamos la mutual japonesa y hace un rato llamó a un doctor japonés que la visitó casi rozando la medianoche. Me enterneció la escena. El señor/doctor la trató de maravilla, la consoló y la abrigó en esta noche fría, en este viernes donde mi querida amiga necesitó algo de su hogar y la palabra en su idioma la hizo sentir mejor. Se durmió profundamente y yo me quedé en silencio, respirando la caricia que quedó en el aire. Luego subí y prendí la tele y escuché “volveré a casa para quedarme”
Ella, con unas pocas palabras regresó a su casa y despertó en la mía, nos dimos un fuerte abrazo y sonreímos al unísono, como siempre.

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