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martes, 2 de octubre de 2012

GPS



Estaba a punto de leer un cuento titulado “Cuidado” pero miré el reloj, cerré el libro y comencé a preparar todo para salir.
Sábado a la tarde, encierro mental y una invitación al festival de tango.
Mi amiga Leda, embarazada de casi 9 meses se sumó y partimos ella, Julián y yo rumbo a La Boca.
Seguí las instrucciones del GPS, me confundí  y un par de malas decisiones nos hicieron llegar a La Isla Maciel. Más que un GPS  necesitábamos un GPSOS.
Muchas veces estuve perdida en todos los sentidos pero solo algunas tuve miedo.
Muy afortunadas fuimos al encontrarnos con los “caminantes del puente”. Van y vienen por caminos oscuros y hostiles, ofrecen su ayuda a gente como nosotras que no podíamos encontrar el camino de regreso. Trabajan para Vialidad Nacional.
Cálidamente nos hablaron y acercaron al destino. Nos guiaron dentro de la lluvia y la oscuridad y se bajaron del auto para volver sobre sus pasos caminando. Nunca pensé que alguien podría hacer ese laburo y agradecida eternamente estaré por su ayuda.

Mi primer año de trabajo transcurrió entre la escuela de Mercedes Benz  (Virrey del Pino)  y un jardín de infantes en La Tablada. ¡Que desafío levantarse tan temprano y tomar varios medios de transporte! Por otro lado pienso: ¡Cuánto aprendí de esos niños y compañeros maestros y maestras!
Eran tiempos de angustia existencial, de no saber para donde agarrar. Yo quería ser música pero necesitaba trabajar y los comienzos fueron difíciles: mucho viaje y enfrentamientos con lo desconocido. Ahora más de 15 años después me alegra haberlo hecho y tener todas esas experiencias conmigo.
Miles de imágenes viajan desde “ahí” hasta “acá”, me sonrío y me parece escuchar la cinta de mi walkman correr,  siempre rotando entre un cassette de Liliana Vitale y “Tester de Violencia”.  Rebobinaba con una BIC, era fan de un par de versiones que ella hacia como “Laura Va” o “Chau, no va mas” y las escuchaba varias veces seguidas, como un mantra.
Ese año es como si fuera un país que visité, que sigue igual y al que podría regresar cuando quisiera.
Dos o tres veces por semana conversaba con un  músico  en la estación Tablada, esperando el tren de regreso hacia Haedo. Y triste por el poco tiempo que tenia para tocar, sacaba la guitarra y estudiaba alguna obra o pasaje y él siempre tenía algo interesante para decir. De a poco fue ganando mi confianza.
Nunca me dijo su nombre ni yo el mío. El año terminó y no volvimos a vernos.
Una  madrugada de verano lo vi tocando con Adriana Varela en un concierto que transmitía Crónica TV. Pensé- ¡Que capo! ¡Toca increíble!
 Yo estaba buscando el rumbo y sin querer queriendo él funcionó para mí como GPS a la música.

Al ingresar al concierto y descubrirlo entre los músicos todo aquel temor generado por mi despiste al volante se fue. Julián (mi bebé), mi amiga y yo disfrutamos de un lindo concierto de clásicos del tango.
Cuando finalmente llegamos a casa sanas y salvas pensé en el poema de Hernán llamado “El Abrazo”.  Miré a mi hijo durmiendo tranquilo y yo, sin pegar un ojo en toda la noche recordé y recordé. Puede que sea el puerperio, puede que no.
Pensé en los GPS de la vida, en esas personas que te ayudan a encontrarte. A veces son las que te piden distancia y entonces en la lejanía está el secreto, te ubican para saber donde no hay que ir.  Y está el GPS del alma, donde se escucha la más bella música, donde está tu familia, los amigos, los maestros y las mascotas y los libros, ese aparato es el que hay que mantener actualizado y cuidarlo todos los días.
 
El GPS del auto me condujo a encontrar a los caminantes del puente para reencontrarme con aquel guitarrista y sin decir palabra darnos un tímido abrazo con bebé incluido. Un abrazo que resume muchos años y mucha búsqueda. Una búsqueda que no terminará nunca.