www.florenciaruiz.com.ar

jueves, 4 de agosto de 2011

Foto

Tuve que formatear una compu y borrarlo todo. Me dieron los archivos en un disco rígido y chequeando su contenido encontré un video del concierto que di en Tokio junto a la banda que Tomohiro Yahiro armó para presentar Luz de la noche en Japón.
¡Que alegría revivir ese momento! Colgué una canción en youtube y ahora el que quiera puede transportarse hasta ese instante.

De mi infancia solo conservo 3 hermosas fotos que rescaté de la casa familiar hace tiempo:
Una sola, sentada en un sillón en la terraza y mirando una muñeca (la usé para la tapa de Centro, mi primer disco) y ahora cuelga de una pared de mi casa junto a otras fotos actuales.
Otra con mi hermano mayor a la edad de 2 ó 3 años donde él me apretuja sobre su cuerpo y sonríe mientras que yo pongo cara de mmm, (un gesto inexplicable). Esas sensaciones de placer y displacer simultáneo.
Y la última con mis dos hermanos. Los mayores, vistiendo guardapolvo de jardín y el menor en su cochecito tapado por una mantita blanca.
Yo le doy la mano a mi hermano bebé y estoy parada súper canchera con las piernas cruzadas. Mi hermano mayor, a la izquierda del bebé, parece un modelo de gomina o gel especial para tangueros. Era la época de Guillermito Fernández en grandes valores del tango, un ídolo que hasta hoy permanece en mi consideración y corazón.
Estamos en la puerta de la casa de nuestros abuelos maternos. Un ratito antes de ir al jardín.
La casa, sobre la calle Entre ríos, bella y cálida con flores y árboles. Un gran ciruelo en el fondo que alimentó nuestras tardes de verano. Siempre nos pedían que subiéramos a buscar las mejores ciruelas, que por supuesto estaban en lo alto. ¡Que trabajo riesgoso!
Cuando murió mi abuelo fuimos a la casa con mi hermano mayor y nos quedamos un rato mirando desde el auto.
De niña me sentaba a chusmear desde la ventana del cuarto de mis abuelos. A veces de día y muchas veces de noche. Justo enfrente había un garaje y era lindo observar quien iba y venía (a altas horas más que nada). En este barrio no había mucho movimiento que digamos.
Y esa monotonía era quebrada de vez en cuando por el desfile de los coches fúnebres y su caravana. Así se despedía a los muertos o quizá de ese modo el lugar se desprendía de ellos. Un adiós.
Hubo varios casos tremendos en el barrio y para que no sufriera me mintieron. Siempre he sufrido mucho por todo, desde mi tierna infancia, y no hubiera podido comprender que un vecino murió en manos de la policía cuando intentaba asaltar una joyería. Un vecino muy buena onda.
Esa familia si que era complicada y cargaba con varios muertos, todos hijos de la señora y el señor que era no vidente y gran lector.
No tengo idea si viven o no pero voy a preguntarle a mi tío que si bien reside en otro barrio, siempre está al tanto de las cosas que suceden en la Villa, como él la llama.
Villa Luzuriaga es donde me crié. Un barrio que queda a unas pocas cuadras de Haedo pero que pertenece al partido de La Matanza, con todo lo que eso significa.
Nosotros llevamos a mi abuelo allí, no estaba su cuerpo pero si su alma en la nuestra. Fuimos llamados por la tradición y también por las enseñanzas que recibimos.
Esa ya no era su casa desde hace mucho tiempo pero para nosotros siempre lo seguirá siendo y creo que para él también era así.
Ese silencio que hicimos clavando la mirada y sosteniendo los recuerdos, es inolvidable por su fuerza y tristeza.
Las casas cambian por fuera, se venden, se compran, se reforman pero siempre permanecen iguales en nuestro corazón o en nuestra mente.
Recordamos todo de una manera personal y algo que en verdad era chico lo vemos grande o viceversa. Quizá para eso están las fotos.
Miro otra vez la imagen y creo recordar el aroma del momento.
Mi abuelo tenía otra de este mismo rollo donde yo corría despatarrada con mi guardapolvo-ese mismo que a veces me recuerda quien soy-que me acerca a los niños y me abre el corazón.
El mismo que motivó la canción “El futuro, flOr”. Una mañana me puse el delantal y lloré -yo no puedo ver tanta soledad, tanta indiferencia y vuelvo a empezar. Ese volver a empezar es esperanzador y eso son los niños, la esperanza. Mi esperanza.

sábado, 23 de julio de 2011

Casa

Prendí la tv. Es tarde, madrugada. Un cantante repite la frase “volveré a casa para quedarme”
Es un documental de la música de los setenta que proyecta canal Encuentro. Mientras escribo escucho y entiendo algunas frases y palabras: ilumina el día, sigue por su camino, este y oeste…
Mi amiga Mio llegó el lunes, la trajo la lluvia o mejor dicho el agua. Vino desde Montevideo después de unos días en Rio de Janeiro. Hermoso viaje, gran itinerario.
Ahora duerme en mi estudio. Se enfermó y necesita descansar.
Terminó el documental y cambié a discovery h&h. Una pareja discute. Pelean porque él quiere construir un castillo y a ella le parece ridículo. Ya tienen una casa y no hace falta otra.
Mi gato hace horas que mira un bichito en la pared pero no lo toca ni quiere hacerle daño, solo espera que algo pase. A veces me siento así, como Otto, esperando que algo pase.
Lo opuesto a los viajeros que son los que buscan, los que van tras la aventura, los que desean que algo importante suceda y no esperan, salen a su encuentro.
Admiro a los viajeros como Mio, va cantando por todo lugar y ha recorrido el mundo. Siempre tiene una historia para cantar y contar, una bella historia y a mí me encanta escucharla.
Siempre he vivido en total libertad pero necesito mi hogar y a los que en el viven: marido y gato por ahora.
Llegar a esta casa fue una experiencia muy fuerte y la ayuda que nos brindaron es algo que no se borra de mi mente. Aquí estamos construyendo, esa es la idea y la alegría y el amor nos acompañan.
Mio se enfermó, está en un estado de off total. Me alegra que tenga la confianza de poder entrar en ese trance. Cuando viajo siempre me siento con la obligación de participar, de hablar, de generar. Se siente como en casa y yo, felíz.
Por la tarde visitamos la mutual japonesa y hace un rato llamó a un doctor japonés que la visitó casi rozando la medianoche. Me enterneció la escena. El señor/doctor la trató de maravilla, la consoló y la abrigó en esta noche fría, en este viernes donde mi querida amiga necesitó algo de su hogar y la palabra en su idioma la hizo sentir mejor. Se durmió profundamente y yo me quedé en silencio, respirando la caricia que quedó en el aire. Luego subí y prendí la tele y escuché “volveré a casa para quedarme”
Ella, con unas pocas palabras regresó a su casa y despertó en la mía, nos dimos un fuerte abrazo y sonreímos al unísono, como siempre.

domingo, 17 de julio de 2011

Signos de pregunta

Una semana en estado de shock. Una semana después de la votación a jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires.
Acepto la elección de los vecinos pero no la comparto y tampoco la entiendo.
Estuve casi 7 días penando y pensando e intentando saber que pasó.
La política es fundamental, condiciona nuestra vida diaria y el futuro también. Y eso es lo que me preocupa, el futuro.
Siento que detrás de todo esto hay mucha indiferencia y castigo y así creo no se puede construir nada.
Esta es una hermosa mañana de julio y me propuse pensar en positivo. ¿Será posible?
Mañana llega mi amiga Mio Matsuda a Bs. as y eso es un motivo de alegría. Mio ocupa un lugar muy lindo en mi vida y es el de amiga-colega-compañera- algo no tan simple de encontrar.
Será una semana intensa que culminará con un concierto casero y acústico en una.casa, un bello lugar en San Telmo que nos brinda el espacio para tocar y cantar. Es un espacio de resistencia. Para quien lea esto y no sea de
Bs. as le cuento que de algún modo esta es una ciudad clausurada. Clausurada por el miedo.
Tengo muchas preguntas y pocas respuestas. Y esto nos incluye a todos, a todos los ciudadanos de este mundo.
Sería hermoso poder salir de la presión de la desconfianza. Que la honestidad sea moneda corriente y que podamos ir tras nuestros ideales. ¿Será mucho pedir? ¿Es mi inocencia siempre presente la que me lleva a vivir así? ¿Seré una soñadora? ¿Será una ciudad de derecha, de castigos, de indiferencia?

sábado, 9 de julio de 2011

Elegir

Sábado en casa.
Sol afuera. Radio sonando abajo, en una cocina llena de instrumentos y partituras. Me encanta invadir el territorio, el corazón de la casa. Varias guitarras, libros y discos desparramados por la mesa.
Trabajo con mi memoria. Vuelvo al Sagreras, un libro de ejercicios para guitarra que compré hace un tiempo cuando me di cuenta que casi no tengo rastros de conservatorio en mi casa. Solo recuerdos y sentimientos.
Mi lectura es lenta y mis dedos también. Muchos dicen que el instrumento te abandona y es cierto, técnicamente es así. Y el desafío para todo músico es tener constancia en el estudio.
Me preparo para salir a la calle. Fueron varios los días de encierro así que me voy a encontrar con una amiga. Quiero darle mi disco y conversar un poco. Ella es una gran violista dedicada y talentosa e irradia luz.
Es el segundo sábado que voy por la tarde a un bar a charlar, algo que jamás imaginé que podría hacer.
Me costó, pero me estoy haciendo amiga de la ciudad, la misma que mañana nos llamará para votar y ¡votaré! porque ya soy parte del padrón porteño.
Me gusta votar, me genera mucha emoción. Por eso mañana me levanto con alegría, con la alegría de poder elegir. Primero paso a buscar a una niña que me quiere acompañar y luego voy para la escuela.
Este año no hice mi propia “campaña” porque creo que todos mis amigos que antes no iban a votar irán y eso es muy lindo y esperanzador. En otros momentos tenía que convencerlos para que fueran. ¡Que trabajo!
Feliz votación para todos y feliz 9 de julio también.

viernes, 1 de julio de 2011

El blog

Cuando abrí este blog pensé en usarlo exclusivamente como diario de viaje y cerrarlo al regresar a casa.
Ahora, a casi un mes de mi regreso, no puedo ni quiero darlo de baja.
Además puede surgir algún otro viaje pronto ¿no?
Muchas veces escribo y no subo al blog lo escrito. Si hay censura es porque este espacio se ha vuelto importante y me ayuda a pensar y a expresar sentimientos que quizá no tenía en cuenta o que estaban ocultos. Voy encontrando cosas en mí que pertenecen al mundo más privado y que son difíciles de compartir. Para mi contar ha sido siempre complicado, muchas veces imposible, pero voy aprendiendo y abriéndome de a poco.
Este es el lugar de las palabras.
A mi me encantan las palabras, sobre todo las escritas. Amo leer y mi idea de felicidad tiene mucho que ver con poder hacerlo varias horas al día, sin límite. Ya vendrán esos tiempos (eso espero).
Entendí que el blog tiene que ver conmigo. Hay algo en el tempo o en el silencio que aquí encuentro. El tiempo se detiene cuando decido escribir.
Hoy me siento rara, quizá incubando gripe. Desperté temprano, como siempre, y siendo casi las 11 a.m. ya quiero dormir otra vez.
La mañana me atrae mucho y necesito la mañana. Claro que la noche es hermosa y también necesaria.
Hace poco alguien me dijo a modo de insulto-“vos si que sos la luz de la noche”- y me sorprendí. Me encanta que una idea quede resonando en mi cabeza y lo celebro.
Yo no había pensando desde ahí el nombre de mi disco, (Luz de la noche) y claro que jamás pensé que alguien podría insultarte utilizándolo, pero esta bueno que sirva para objetivos impensados.
Puede ser que yo sea la luz de mi noche. Aún estoy pensándolo. Quizá todos lo seamos un poquito o mucho o nada. ¿Tendré que deshojar la margarita?
Me voy a tocar la guitarra, seguramente tocando aparezcan nuevas ideas y alguna respuesta a mi pregunta.

viernes, 17 de junio de 2011

La voz

Suena una canción en la radio y Charly canta “Hay veces que no puedo dormir, hay veces que no quiero...”
Hace unos días recordé una escena muy fuerte de mi infancia. Me habían prometido llevarme a un coro o clase de canto o música. Yo tendría 6 ó 7 años, quizá más. La noche anterior no pude dormir. Me resfrié y mi voz estaba débil. Para respirar mejor me senté y apoyé la espalda en el placard. Creí que así mi voz volvería a su estado natural.
¡Que fuerte eran las ganas de cantar que tenía! Posiblemente eran ganas de ser escuchada. Fue una de esas revelaciones que aparecen por la noche…
Finalmente la clase no existió pero esa noche mágica me brindó la certeza: podría dejar todo por la música. ¡Hasta dormir sentada!
Estos han sido días muy fuertes para mí (a todo nivel)entre muchas cosas importantes, me animé a invitar a Mono Fontana (un genial músico, un referente, un artista) a compartir un concierto.
La noche previa al ensayo no pude dormir y tengo dolor de garganta. Regresa esa noche a mí y siento que tengo 7 años.
Miro alrededor y veo a mi gato que duerme encima de mi bandoneón y cuando se cansa se muda al estuche de guitarra. Duerme de día y juega de noche. Se arrima hacia mí y me cobija en este viernes de junio: frío, húmedo y gris.
Para nosotros estar en casa tocando la guitarra y cantando es el mejor plan. Así me preparo para el concierto de mañana, el primero de "Luz de la noche experiencie" y con Mono Fontana (wow). Que nadie nos interrumpa, ¡por favor! ¡Que salga la voz!

domingo, 5 de junio de 2011

Volver

Con el correr de los años el tango Volver cobró importancia para mí. De chica no era una canción que cantara mucho, claro que formaba parte de mi vida musical. La vida de una niña llena de tango.
En la cabaña de Kushiro ofrecí cantarla para el señor y la señora e interpreté a mi modo, Volver.
Cuando mi abuelo se fue en su despedida le canté Volver al oído. Eso fue lo último que escuchó desde la tierra. Por eso Volver es mi tango por estos tiempos. Hasta que sienta que él se ha ido para siempre.
Hace 4 días volví. No fue con la frente marchita (pero las nieves del tiempo platearon mi sien). Sentí que es un soplo la vida, un mes me pareció un segundo. Y ahora otra vez me enfrento a mi misma y a mi querido lugar en el mundo: Boedo-Bs. As-Argentina.
Vuelvo con la alegría del trabajo realizado, con ganas de armar cosas aquí y de construir.
Mi amiga Mio no quiere ser parte del “Primero hay que saber sufrir” ese mandamiento del tango que parece cubrirlo todo. Yo le digo que el tango también es pasión y es vivir. Es un “Chau, no va mas” que te rompe el corazón en mil pedazos. Es eso que llevamos dentro y que se reafirma cuando nos vamos a otros sitios. Quisiera creer que hay un poquito de tango en cada casa, en cada uno de nosotros. ¡Ojala!